Al realizar la lectura y análisis de una Carta Natal debemos mirar atentamente lo que en astrología se llaman “energías básicas”: Sol, Luna y Ascendente.
El sol es lo que vulgarmente llamamos signo y nos muestra en que lugar se encontraba el sol en el momento de nacer. El sol nos habla de nuestra identidad, de nuestra autoexpresión, y es básicamente como nos expresamos, como nos mostramos al mundo. El sol es una energía que se expresa concientemente, tiene que ver con nuestro yo, con nuestro ego.
El Ascendente es el signo que se encontraba en el horizonte, ascendiendo, en el momento de nuestro nacimiento. El Ascendente tiene que ver con la hora de nacimiento y es una energía que deberemos aprender durante nuestra vida. Por lo general se trata de una energía que rechazamos y de la que estaremos rodeados. Cuando el consultante se entera de su ascendente por lo general pone gesto de disgusto y se da cuenta de que existen muchas personas que rechaza, que “casualmente” son de este signo. Justamente estas personas serán atraídas para que trabajemos nuestros aspectos rechazados y comencemos a incorporar esa energía. Con el tiempo, si es que trabajamos sobre nosotros mismos seremos más acordes con nuestro Ascendente que con nuestro signo, sin dejar de tener las características del primero. Se trata de sumar e integrar y no de descartar.
Y ahora quiero hablarles de la Luna, por lo general no tenida muy en cuenta por muchas escuelas astrológicas y sin embargo de una fundamental importancia.
La luna habla de nuestra madre, de cómo fue el vínculo que establecimos con ella, de cómo nos relacionamos con ella y como ella se relacionó con nosotros.
Fíjense que interesante: dos hermanos por lo general no se pueden poner de acuerdo cuando hablan de cómo es mamá. Esto es muy claro en astrología ya que podemos ver que cada uno tiene la Luna en distinto signo, lo que hace que el vínculo de cada uno con su mamá sea distinto. La luna nos remite a la base emocional, al primer “sello” afectivo. La luna será aquello conocido y seguro en lo que nos refugiaremos cada vez que sintamos inseguridad, temor o miedo.
Uno podría pensar...todos necesitamos afecto, mimos, caricias cuando tenemos miedo. Y sin embargo no es así. Hay quienes sí necesitan de caricias, quienes necesitan de la seguridad que da lo material, quienes necesitan sentir a alguien muy cerca, quienes necesitan estar solos, quienes necesitan trabajar, otros hablar, otros pelear, etc...etc.. Cada uno se remitirá a ese primer vínculo, a como fue la relación con mamá, y a cuales eran las situaciones por las que recibíamos amor de mamá. Puede ser que por ser responsables, por ser ordenados, por complacer, por hablar, por estar en silencio.
Muchas veces intentamos que el otro haga en, momentos de ansiedad o angustia lo mismo que haríamos nosotros en esa situación ya que de esa manera nos calmaríamos, sin saber que cada uno de nosotros reacciona de manera diferente ante esas situaciones. Pues cada uno hará lo que su luna (mamá) hubiera querido de su hijo para seguirlo queriendo.
La luna es nuestro lugar más infantil. Muchas veces cuando nos sentimos mal, fantaseamos con irnos a la luna, es decir reencontrarnos como niños con mamá.
La luna es un mecanismo, como una llave automática que nos maneja cuando tenemos miedo y no permite que el resto de las energías zodiacales puedan explayarse. Como vemos la luna se comporta como un niño tomando todo el lugar anulando el resto de nuestras potencialidades.
Una consulta con el astrólogo nos ayudará a hacer conciente ese mecanismo para que podamos transformarlo en talento y abrir el camino a integrar el resto de nuestras energías; es decir que el sol, la luna y el ascendente jueguen del mismo lado para poder alejarnos de los temores y sentirnos más plenos.
Lic. Alicia Mabel Alfuso