Existe, por lo general, un común denominador en las personas y es la dificultad para estar en el presente. Estamos pensando en el pasado o en el futuro mientras el presente se nos va de las manos.
En realidad lo único que existe es el presente: el pasado ya pasó y el futuro es solo una fantasía. Cuando recordamos el pasado seleccionamos o distorsionamos los recuerdos y cuando imaginamos lo hacemos idealizando o proyectando los recuerdos o las experiencias, buenas o malas, que hemos tenido.
Bach dedicó una gran parte de su trabajo a la dificultad que tenemos para estar en el presente, por ello en su sistema incorporó siete esencias para siete formas distintas que adopta el perder el interés por las presentes circunstancias y para las que damos siete respuestas que resultan evitadoras del contacto con el sí mismo y con lo otro.
Podemos enunciar las diferentes maneras que tenemos de no estar en el aquí y ahora, único instante que podemos llamar presente:
Están las personas que pasan gran tiempo de su vida haciendo “castillos en el aire”, imaginando que las cosas sucederán como ellas lo desean. Es entonces que conocen a alguien y ya se imaginan casadas o teniendo un hijo sin siquiera preguntarle al otro que es lo que desea tener con ella o él según sea el caso. Tal es así que, luego, viene una gran desilusión lo que conduce una depresión o una gran falta de confianza en todos los hombres o mujeres que se le presenten o un endurecimiento para no enamorarse y tener que volver a sufrir.
Existen quienes viven en el pasado: “todo tiempo pasado fue mejor” o “tan terrible que no lo puedo olvidar”. De esta manera no habrá nada interesante en el presente y se quedarán atados, recordando lo que ya pasó. Puede tratarse de un gran amor que se fue, que nos abandonó o que nunca volvió. También podemos haber quedado enganchados con lo mala que fue nuestra niñez o en las experiencias negativas de nuestra vida. Vivir en el pasado es como todos los días morir un poco ya que, de esa manera, no hay lugar para el proyecto.
Podemos pensar que los problemas de atención y aprendizaje tienen que ver con una falta de atención en el presente ya que otros pensamientos ocupan nuestra mente y no podemos concentrarnos en nuestros aprendizajes cotidianos. Esta dificultad hace que tropezamos varias veces con la misma piedra y cometamos los mismos errores, no pudiendo aprender de la experiencia.
Podemos no estar en el presente por apatía, desgano, falta de vitalidad, o no ver luz en nuestras vidas.
Otra forma de no estar en el presente es cuando estamos preocupados por los demás en vez de ocuparnos de nosotros, dejando que cada uno se ocupe de sí mismo o dejar las cosas en manos de Dios.
También retiramos nuestra energía del aquí y ahora o cuando en silencio o con reproches estamos esperando que los demás hagan cosas por nosotros en vez de hacer lo que podemos o pedir la ayuda necesaria.
No estamos en el presente cuando los pensamientos se adueñan de nuestra mente como un “disco rayado” que no nos deja descansar.
La atención en el presente -estar en el aquí y ahora- nos permite aprender, relacionarnos, trabajar, producir, disfrutar, pensar, reflexionar, tomar conciencia de lo que se piensa, se dice, se hace y quiere; y actuar en consecuencia.
Cuando nos vamos del presente retrasamos nuestros proyectos, no hacemos lo que tenemos que hacer en cada momento, no vivimos nuestra vida. Con el tiempo los planes que no se materializan se vuelven frustraciones y sentimos que la vida se nos fue de las manos y que ya es tarde para hacer aquello que no hicimos.
Se dice del que no está en el presente que está en la luna, que hace caso omiso, se hace el sordo, no sabe, no contesta, está en otra, como quien oye llover.
Si se quita la atención del presente no se aprende, no se capitaliza lo que sucede, no se toma nota, la información interna y externa cae en saco roto, se descuidan las circunstancias, se olvidan, el sujeto queda sin la memoria de su historia y repite similares errores.
Quien no está en el presente, no es digno de confianza, no cumple con su palabra, no se responsabiliza de lo acordado, no es fiable.
Estar en el presente es escuchar a nuestra alma.
Dice Bach de su Terapia Floral: “La sencillez de este sistema de curación que se ha revelado a mi entendimiento mundano, lleva a la comprensión de la propia naturaleza del hombre con relación al cosmos. La propia madre Naturaleza nos brinda todos sus atributos para lograr nuestra estabilidad y equilibrio en todos los órdenes”.
Este sistema simple y natural tiene la virtud de llegar a lo mas profundo de nuestro Ser, y curar las dolencias del Alma; reemplazando lo erróneo por lo correcto, lo malo por lo bueno, llevarnos de la oscuridad del sufrimiento a la luz del bienestar emocional.
Los remedios florales ejercen una influencia notable sobre la personalidad y ayudan al bienestar general independientemente de la estructura caracterológica del individuo, pues serán eficaces aún cuando la persona no crea en su acción benéfica e independientemente del nivel de evolución de su conciencia, y su efecto puede ser aumentado sensiblemente mediante el trabajo conciente, lo que implica un trabajo terapéutico en el que la persona comprenda el proceso que lo ha llevado a su enfermedad y acompañe el proceso de su sanación.
Lic. Alicia Mabel Alfuso