Estamos acostumbrados a poner nuestra enfermedad en manos de otros, en quienes depositamos la autoridad, para que hagan “algo” con ella. Buscamos pastillas y tratamientos que nos “saquen” la enfermedad. Si esto se logra endiosamos al médico y si no se logra lo denigramos. Queremos que se le dé un nombre a nuestra enfermedad y para ello somos capaces de hacernos los estudios y análisis más cruentos. Nos sentimos bien cuando salimos del consultorio con un diagnóstico preciso aunque no haya posibilidades de cura y nos ponemos mal cuando el médico no nos da ningún medicamento y nos despide diciéndonos que lo nuestro es “psicosomático” y necesitamos una terapia. Todo esto tiene en común la creencia de que la enfermedad viene de afuera, que la enfermedad nos ataca, que alguien debe defendernos de ella y por ende que no necesitamos ni debemos hacernos cargo de nosotros mismos ni de nuestro estado de malestar.
La salud dice la OMS es un estado de Estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedad. Alguien que se droga puede sentirse bien y esto no implica estar sano. Lo que hace un adicto a las drogas es buscar por todos los medios sentirse “bien” y no estar saludable.
Generalmente buscamos la droga “legal”: psicofármacos, anfetaminas, calmantes; que nos anulen los síntomas, en vez de averiguar qué significan, qué nos están diciendo de nosotros mismos. Lo que hacemos es acallar la alarma que nos anuncia que algo más profundo no está funcionando bien. Buscamos un médico que nos dé la droga “legal” o nos automedicamos porque no nos bancamos los procesos de autoconocimiento.
Acostumbrados a esta dinámica que no nos dio resultados (motivo por el cual buscamos otro tipo de tratamientos tales como la Terapia Floral de Bach) intentamos encontrar a un terapeuta que nos otorgue la fórmula milagrosa que nos saque de una vez de nuestras dolencias y angustias.
Muchas personas que me consultan, piden un plazo para curarse, ¡cómo si su bienestar sólo dependiera del terapeuta!...le pregunto entonces si está dispuesto a someterse a un proceso de autoconocimiento para despertar sus autocuradores. Si lo están entonces haremos un contrato donde ambos pondremos lo mejor de nosotros: el terapeuta su habilidad terapéutica y su conocimiento de las conductas humanas; y quien consulta las ganas de sanarse y el hacerse cargo de cambiar aquellas cosas que ya no le sirven, que le hacen daño a sí mismo y/o a las personas que lo rodean. Podríamos decir que terapeuta y consultante aportarán un 50% cada uno.
Cuando Bach escribió el Libro “Cúrese ud. Mismo”, no hablaba de la automedicación sino del proceso de conocerse a sí mismo, con la guía de un terapeuta para lograr el autoconocimiento, y de este modo dejar las equivocaciones y errores de nuestra vida a cambio de virtudes que se encuentran en semilla en lo profundo de nuestra alma.
Dice Bach. “La sencillez de este sistema de curación que se ha revelado a mi entendimiento mundano, lleva a la comprensión de la propia naturaleza del hombre con relación al cosmos. La propia madre Naturaleza nos brinda todos sus atributos para lograr nuestra estabilidad y equilibrio en todos los órdenes”. Este sistema simple y natural tiene la virtud de llegar a lo mas profundo de nuestro Ser, y curar las dolencias del Alma; reemplazando lo erróneo por lo correcto, lo malo por lo bueno, llevarnos de la oscuridad del sufrimiento a la luz del bienestar emocional.
Lic. Alicia Mabel Alfuso