Catástrofes, tragedias, accidentes, pérdidas imprevistas…algunas provocadas por intervención del hombre y otras por intervención de agentes externos, causan impactos emocionales similares en nuestro cuerpo emocional y físico.
Sorpresa, Shock, Bronca, Impotencia, Miedo, Pánico, Pensamientos obsesivos y reiterativos, Agobio y Abrumamiento, Resentimiento, Angustia, Negación, Tristeza, Culpa, son algunos de los sentimientos que en diferentes etapas aparecen cuando somos víctimas de estos sucesos.
Todas estas situaciones implican pérdidas materiales, físicas y afectivas. Lo que teníamos, de un momento para otro, ya no lo tenemos más.
Muchas personas nos acompañan y están presentes en el primer momento, y luego, aunque haya otros alrededor, nos quedamos solos con nuestro dolor para empezar a reconstruir nuestra vida, a veces sin un familiar, sin un amigo, con secuelas físicas, algunas veces con invalidez o tratamientos prolongados.
Aquí comienza el duelo y la reconstrucción de nuestra vida. Nos invade la desesperanza, el pesimismo, vemos todo negro, sentimos rabia, y aparecen otros sentimientos negativos y contradictorios.
En algunos casos estos estados emocionales negativos continúan sintiéndose o mutando de unos a otros según las características personales de cada uno, y por momentos parecen adormecerse, para reavivarse sin previo aviso. No sentir no implica que la emoción haya desaparecido, sino que el cuerpo genera su propia anestesia para que nos duela menos.
El Dr. Edward Bach nos dice que la enfermedad física es consecuencia de emociones negativas, las que de no ser tenidas en cuenta pasan del cuerpo emocional al cuerpo físico.
Las enfermedades del hígado se relacionan con la ira no resuelta y con la amargura, los problemas de ovarios con la posesividad, el cáncer con el resentimiento y con la pérdida de territorialidad, el corazón con la falta de alegría, los problemas circulatorios con la falta de creatividad y estancamiento, la garganta con lo que no podemos comunicar, etc. También es posible entrar en un pozo, perder la esperanza, sentir que no saldremos más de este infierno.
Aún después de una tragedia, necesitamos volver a la vida: “morirse no es fácil” y aunque seres queridos se hayan ido o hayamos perdido gran parte de nuestras pertenencias, todavía tenemos un tiempo en este plano.
Debemos prevenir, entonces, que las emociones negativas pasen a nuestro cuerpo físico y terminemos enfermándonos. Una manera de hacerlo es transformar nuestras emociones negativas en positivas: salir de la desesperación, la falta de esperanza, el pesimismo, la tristeza profunda y lograr la paz, aceptación, tener nuevamente la posibilidad de resolver problemas, coraje, alivio, calma, consuelo. Esta posibilidad la aportan las esencias florales del Dr. Edward Bach.
Este sistema simple y natural tiene la virtud de llegar a lo más profundo de nuestro Ser, y curar las dolencias del Alma; reemplazando lo erróneo por lo correcto, lo malo por lo bueno, llevarnos de la oscuridad del sufrimiento a la luz del bienestar emocional.
Los remedios florales ejercen una influencia notable sobre la personalidad y ayudan al bienestar general independientemente de la estructura caracterológica del individuo y del nivel de evolución de su conciencia. Serán eficaces aún cuando la persona no crea en su acción benéfica, y su efecto puede ser aumentado mediante el trabajo conciente, a través de un proceso terapéutico en el que la persona resignifique el proceso que lo ha llevado a su enfermedad y acompañe el proceso de su sanación.
Lic. Alicia Mabel Alfuso